HABLA TRUCHO QUE NO TE ESCUCHO

Aquí va una pequeña reflexión.

¿Alguna vez os han dado tanto la chapa que se os ha ido la cabeza lejos, muy lejos? El tiempo pasa y no recuerdas la última vez que pronunciaste palabra en aquella conversación, asientes de modo automático y mientras divagas la cortina verde brillante de caracteres de Matrix cae en cascada cubriéndolo todo con su velo. Siempre supimos que el pequeño Neo era el elegido. Más allá de lo real y lo ficticio no distingues que está realmente ahí y qué es una proyección artificial en tu cerebro. No hay cuchara, cagonrós, ¡sentóme mal la pastilla roja!

¡Huy! ¿Y esta rallada? De repente vuelves en ti sólo para ver cómo el hombre ante ti sigue hablando, ajeno o indiferente, a tu proyección astral en curso. De lo que se pueden extraer dos opciones inequívocas, que realmente nuestro interlocutor no nos presta atención o que bien no le importa un pijo lo que nos pase por la cabeza. Seguirá y sigue hablando, de política, mujeres o fútbol, el tono es el mismo y la retórica no varía, preguntas y respuestas ensayadas en el discurrir de un desarrollo interminable.

No suele ser hasta después de escapar que te preguntas por qué aguantaste todo ese rollo. A este respecto el otro día caí en la cuenta de algo, realmente si que resultó que era necesario en aquella conversación, no se me requería para hablar por supuesto, pero mi ausencia hubiese dado con mi pobre interlocutor declamando ante una pared de ladrillo. Y es que una cosa es dar la chapa hasta abrasar a personas reales y, otra muy distinta, inventarse personas a las que darles la vara.

Sigamos tirando del hilo y ahora del refranero español. Que los hay que ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio. ¿Y ahora qué? Pues que cómo la mayoría de vosotros soy un bebedor social ¿Y qué? Pues que seguramente y aunque no lo creáis, estoy convencido de que borracho puedo llegar a ser un tanto cargante y que, aunque os cueste creerlo, seguramente vosotros también. Tengo aguantadas turras y turreros de toda edad, género y condición, colectivos estos que también aguantaron monólogos etílicos míos en más de una ocasión.

No va con el punto que busco explicar en este momento pero os lo voy a contar igual, apenas hará un mes si lo hace, que en medio de un bar a las mil de la mañana me encontraba obnubilando a una oyente a golpe de prosa, cuando en estas pillé a una de sus amigas haciéndole gestos que ofrecían descaradamente auxilio. Aquello me ofendió terriblemente en ese momento, me sentí profundamente insultado, terminé mojando y se me pasó el enfado, pero el caso es que al día siguiente y en retrospectiva, realmente si que resultó que le estaba dando una murga horrorosa a aquella chica que, aún así, estuvo conmigo. Me sentí halagado un instante y bastante gocho el resto de la tarde, las mujeres amigos, también van a lo que van.

Habré aguantado tres docenas de sermones no solicitados en pago por aquel, con esto quiero decir que no creo que sea tan pesado cómo para ahuyentar a nadie, pero claro ¿Quién reconocería serlo? Mis últimos tres desparrames verbales me parece que cayeron este sábado, los tres eso sí sobre mi tema favorito: yo. El primero creo que sobre el nuevo blog (http://tuentrenadorpersonal.wordpress.com/ ) convenciendo a un pre-convencido voluntario para la sección de seguimiento de entrenamientos (antes y después), sobre cómo y cuánto le vamos a cambiar el cuerpo y la vida y tal y cual, el segundo sobre la novela.

Otra vez gente, tenéis los dieciséis primeros capítulos en una página de este mismo blog (Turnedo, bajo la imagen de cabecera), sobre esto decir que se puede leer. Yo mismo he leído novelas muchísimo peores incluyendo la que tengo ahora mismo en la mesita y también que os animo con los comentarios y las correcciones. Ahora bien, en referencia a la conversación del sábado, no sacaré más capítulos en abierto salvo fracaso estrepitoso, los otros ocho me los guardo en espera de la publicación. Me falta poco, estoy buscando a alguien de fiar para que me haga las correcciones y quizá repase un par de cosas, Hasta aquí bien, lo que sobró después fue el desvarío acerca de lo sacrificado de la literatura, sobre cómo un día escribes unas buenas páginas y te ves ganando el Nobel o cómo cuando un día no firmas nada destacable y te sientes cómo la última mierda que cagó Pilatos. Me gustó el resoplido de Campa mediante el que demostró su disgusto ante la perspectiva de gastarse veintitantos euros en la susodicha novela. Nota mental, apartar un ejemplar de la primera edición para él.

La última murga que dí no fue esta vez con palabras. Llegaba a casa con los ecos de la penúltima en la cabeza, el tema de las dichosas correcciones y de la persona a la que me gustaría pedírselas. Serie de factores que desembocó en una nota de borracho muda de claras intenciones, espera, sueño y arrepentimiento.

Despierto y el hombre frente a mí todavía no ha terminado de hablar, yo he sacado una buena idea para un post y mejor lo dejo ya. Que menuda chapa os estoy dando.

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